domingo, diciembre 26, 2004

ENCUENTRO FELIZ Y ENCUENTRO TRISTE

Encuentro Feliz: Viernes 17 de Diciembre aproximadamente 8:12 PM.
En el periódico sale un suplemento especial de regalos, se anuncia una cámara digital Canon a 117$. Como me quiero comprar una pues no lo pienso dos veces y me dirijo a la tienda donde supuestamente la venden. Llego y pregunto a uno de los empleados por las cámaras, me indica donde están, pero ninguna cuesta 117$, ninguna tiene un letrerito OFERTA, mmmm, tengo un presentimiento. Me acerco a otro empleado, un gordito, y le muestro el suplemento del periódico y le pregunto por esa cámara, él pone cara de asombrado, piensa un poco y va a verificar los precios. Mi presentimiento resultó ser verdad, en el periódico publicaron un precio equivocado, y el dinero que llevé no me alcanzaba para comprar ni siquiera la cámara más barata, igual tampoco había. El empleado se disculpa y me indica que las cámaras llegarán la próxima semana y que puedo llamarlo para confirmar. Me da su tarjeta, leo su nombre: Allan Figueroa. Allan Figueroa repetí para mí, ese nombre lo he escuchado en otra parte.... Claro!!!! Mi compañero de la escuela.
Yo: Disculpa... tú estudiaste en la escuela Instituto Bilingüe Guayaquil verdad?
Allan: ..... Sí
Yo: No te acuerdas de mí, soy Silvia, tu compañera!!!! (toda emocionadota)
Allan: (me mira como intentando recordar) No, la verdad que no. Es que hemos cambiado tanto. (se sonríe)
Yo: Pero yo soy igual que en la escuela (cómo me atreví a decir eso????!!!!!). Bueno tú sí que has cambiado, recuerdo que eras bien flaquito.
Allan: (se sonríe) Sí, así es.
(Estaba esperando que me preguntara algo pero solo se escuchaba el murmullo de la gente en la tienda)
Yo: Bueno, yo te llamo para preguntarte lo de las cámaras. Gracias, chao.
Como no vi interés de su parte en conocer algo de mi vida lo dejé nomás, tal vez si no hubiera ido acompañada y él no estuviera trabajando hubiera intentando hablar más con él. Me contentó al menos verlo que está bien, parece saludable (es un gordito agradable, nada que ver con el flaquito chorrudo que conocí en la escuela), y tiene trabajo. Me contentó mucho ese encuentro, me alegró la noche.

Encuentro Triste: Sábado 25 de Diciembre aproximadamente 11:37 am.
No quise esperar más por el carro, el sol estaba inclemente, decidí tomar el primer bus que me deje cerca de mi casa, aunque eso signifique tener que tomar dos. Me subí en la CTP 4, luego de 6 minutos se suben dos carameleros. “¡Chuta!”, me dije, “ojalá esos manes no se suban a robar”. El primer caramelero que se subió me llamó la atención, no tenía pinta de caramelero, vestía deportivo con buena ropa, blanco, no muy alto, simpático, nada que ver con su compañero. El compañero se fue al fondo, y él se quedo adelante y empezó a hablar con un tono un poco amenazante: “Bien, damitassh y caballerossh, disculpen que los interrumpa, yo entiendo que hoy para ustedessh es un día de descanssho pero a algunos nos toca trabajar, para llevar el pan a nuestros hogaressh..... ” Después de recibir los caramelos miré hacia la ventana y dejé de prestar atención a lo que decía. El otro empezó a hablar “........ pues bien explícales Rafael”. Rafael???? En ese momento mi mente volvió al bus y a los carameleros. “El caramelero se llama Rafael, no puede ser, no puede ser, es el Chino!!! “dije para mí, se me hizo un nudo en la garganta y traté de recordar a mi amigo de la escuela y compararlo con el chico que tenía enfrente. Definitivamente era él, por qué tendría que haber reaccionado de esa manera al escuchar ese nombre si mi mente estaba en otra parte??? Por qué me llamó la atención cuando lo vi subir???? Por qué lo recordé en ese preciso momento???? Porque en ese momento estaba frente a Rafael Ugarte, mi amigo de la escuela por 6 años, mi casi vecino por más tiempo, el niño que cuando los otros llevaban zapatos kit o venus a la escuela, él cargada reebok o fila, el aniñadito que se vestía mejor que todos, con quién me unía a hacer relajo, salíamos a jugar a la calle, ibamos en el mismo expreso y en los dos últimos años de escuela nos regresábamos a pie a la casa. No ha cambiado mucho, blanco, no muy alto (se veía que no iba a ser muy alto), achinado, el cabello redondo y lacio como siempre lo tuvo, las facciones del rostro finas, con pinta de aniñado..... pero tatuado, con cortes en los brazos y vendiendo caramelos. Tenía tantas ganas de decirle: “Hey soy yo, Silvia, tu amiga de la escuela que no ves desde hace más de 12 años”. Lo pensé mucho, le hablo o no, pero cómo??? Qué le digo??? Cómo empiezo??? Al final decidí no hacerlo, creo que los tatuajes y las cicatrices me hicieron desistir. Estoy segura que me hubiera recordado, fuimos muy buenos amigos en la escuela, pero tuve miedo que no lo hiciera y ese acercamiento halla sido en vano. Y si me recordaba, de qué hablaríamos??? Él estaba trabajando y yo iba camino a casa. No era el mejor momento. Le pagué los 25 centavos de los caramelos y se bajaron. El nudo en la garganta era más fuerte, tenía ganas de llorar, “por qué es tan injusta la vida!???!!” pensé. Siempre esperé volver a ver al Chino y cuando lo hiciera abrazarlo y sentarnos a conversar de todo lo que hemos hecho en todos estos años, tal vez es uno de los amigos que más deseé volver a encontrar. Creo que debí haber esperado el otro bus....

Seguramente después del divorcio de sus padres, de su mudanza a un barrio no muy bueno y del viaje de su madre a Italia tuvo una adolescencia un poco difícil. Me daría mucha pena saber que se hizo delincuente o drogadicto (tengo el presentimiento de que es algo de eso), El Chino Ugarte (como le decíamos en la escuela) es una de las tantas personas que pasaron por mi vida y llegué a apreciar y a pesar de dejar de ver por mucho tiempo, al recordarlo siempre anhelé que tenga una vida correcta y feliz. Al parecer no es así. Pero la vida de él aún no termina, y seguiré anhelando lo mismo, ahora con más fuerzas, para que en algún momento ese anhelo pueda hacerse realidad.

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