En la tarde tuve que ir al centro donde un cliente, pase todo el día rogando que se cancele esa cita pero fue inevitable. Para colmo el sol, y las cuadras que hay que caminar hacían ese viaje más indeseable.
Estaba en la entrada de Banco Amazonas esperando a Fabricio cuando pasó delante de mí un señor lotero sin brazos y con una pinza donde llevaba los boletos de la lotería en la boca. Me demoré un poco en reaccionar, pensé ‘Vaya!!!! él sin brazos y aún así trabaja y se gana su vida como puede, y yo con todas mis extremidades completas me quejo por ir al centro donde un cliente en pleno sol’.
Decidí entonces comprarle un guachito de lotería y caminé hasta la esquina pero no lo alcancé. Chuzo, qué turro, de verdad quería comprarle un guachito.
Fabricio llegó y tomamos camino al cliente, mientras caminábamos le comenté lo del señor lotero sin brazos y me dijo que sí lo había visto antes, decidimos tomar otro camino, uno por donde no da el sol, y a mitad de la cuadra, detrás de nosotros escuchamos una voz ofreciendo lotería, Fabricio me dice: ‘Ve, lotería’ y para mi sorpresa era el señor lotero sin brazos. No lo pensé dos veces y le dije que me de un guachito y también que me de la suerte, me recomendó el cuatro, y elegí un guachito terminado en cuatro que estaba solito en la pinza q cargaba en la boca. Fabricio también compró uno, puse el billete de cinco dólares en el bolsillo y saqué mi vuelto. Al final terminé comprándole el guachito de lotería al señor lotero sin brazos y aunque no me la gane, ese día tuve una lección de vida. Cuántas veces no peco de pereza y me quejo, mientras otros, sin brazos, sin piernas, buscan la manera de salir adelante, de sobrevivir en este mundo para gente con extremidades completas y no se quejan ni reniegan de la vida. Como a veces digo: ‘Dios le da barba a quién no tiene quijada’
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