martes, octubre 11, 2005

Siempre hay uno!

Vaya! Que buen inicio de semana!
No fue suficiente haber tenido que cambiar los planes del fin de semana, sino también haber tenido que descubrir tristemente a un hipócrita más que anda suelto por ahí.
Aparte de ser eso es poco hombre, prefirió escudarse detrás de una mujer para cubrir sus errores, falseando la verdad, hablando (si a eso se le puede llamar hablar) sin saber el detalle de los hechos y sin preocuparse por saberlos. Le dolió que le hayan hecho decir otra cosa! y buscó a la más indefensa para desquitarse. Prefirió hundir a otros con tal de salvar su pellejo (que no estaba ni siquiera en riesgo). Pero bueno, así se conoce a la gente. La verdad es que no me decepciona (no estoy acostumbrada a esperar mucho de nadie, solo de mí!). Afortunadamente soy de las personas que toman los halagos como palabras que se pierden en el viento. Prefiero los hechos, acciones y actitudes permanentes que lo demuestren. No me decepciona, pero no deja de darme rabia. La rabia llega porque yo jamás hubiera sido capaz de hacer algo igual. A mi me gusta decir las cosas de frente, solucionar los problemas directamente con los involucrados y no ir con quejas a nadie para que sea otro el que llame la atención.
Esta vez no hablé de frente con esta persona, estoy tan llena de coraje que no vale la pena dirigirle la palabra para nada que no sea lo estrictamente necesario. Cuando estoy tan llena de coraje prefiero callar, porque si hablo, de mi solo saldrían palabras hirientes y prefiero no mencionarlas. No me gusta hacer sentir mal a nadie porque luego termino sintiéndome mal yo, aunque últimamente lo estoy superando.
Lo que sí me decepciona es no haber encontrado apoyo. Es fácil hacer leña del árbol caído, eso lo hace cualquiera. Lo difícil es plantarlo y ver que crezca bien. Afortunadamente siempre habrá alguien que quiera hacerlo.
Si me encontrara en otra situación, tal vez, no, tal vez no, seguramente hoy hubiera pasado todo el día durmiendo sin que nada me importe. Seguramente me hubiera dado pena no haber conseguido muchas cosas que tenía en mente pero lo más probable es que no me haya importado. Y no es orgullo, ni inconformidad, sería saber reconocer que no se puede contra la necedad humana.
Y sí, estoy resentida, tengo coraje, impotencia y rabia. Y puedo estar así porque me da la gana. No me pagan por amar a mis compañeros de trabajo o a mi jefe o al que se cree dueño del mundo. Tampoco me pagan por odiarlos (y tampoco es lo que estoy haciendo). Así que no tengo porqué estar feliz como si no me hubiera afectado, no tengo porque brindarles una sonrisa y reírme como siempre y sentirme como siempre y portarme como siempre si no me nace hacerlo.
En otra atmósfera se podrá hacer la ley de quien le venga en gana, pero aquí en mi blog, yo soy la reina!

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